«Feliz Día de la Madre, mamá»

En España, el Día de la Madre es el primer domingo de mayo. Aprovechando que eso fue antes de ayer, me gustaría utilizar este ejemplo para ilustrar uno de los errores más habituales del idioma cervantino. Se trata de la ausencia de las comas inherentes a los vocativos y que a la gran mayoría se le olvida reflejar a la hora de escribir.

 

¡Amor de hijo!

 

«¿Y qué es eso de los vocativos?», se preguntarán algunos. Pues, según la Ortografía de la lengua española, un vocativo es «la palabra o grupo de palabras que se refieren al interlocutor y se emplean para llamarlo o dirigirse a él de forma explícita».

 

La mejor manera de entenderlo es con algunos ejemplos, empezando por dos de los casos más comunes (nótese que no siempre son nombres propios): 

  • El autor de una carta o correo electrónico que encabeza su escrito de la siguiente manera: «Hola, Elena:». (Cabe mencionar que la coma no procede si empezamos el escrito con «Estimada Elena:», ya que en este caso estimada no es un vocativo, sino un adjetivo que define a Elena).
  • Toda aquella persona que saluda o se despide de otra mencionando su nombre: «¡Buenos días, María!» o «Te veo luego, Miguel».
  • La madre que le dice al hijo, por tercera vez, que recoja su habitación, a lo que aquel contesta: «Que sí, mamá, que ya te he oído».
  • El empleado que, tras escuchar el encargo de su jefe, responde: «De acuerdo, Manuel, mañana a primera hora lo tienes».
  • El novio que, tras un amoroso abrazo, le dice a la novia: «Te quiero tanto, cariño…».
  • El dueño del perro que, cuando este se despista, le increpa: «¡Chopo, ven aquí!».
  • El apurado que, tras haberse metido en un lío, se dice a sí mismo: «Madre mía, pero qué he hecho…».
  • El educado y el agradecido, cuando piden algo o dan las gracias: «Papá, por favor, ¿me pasas la sal?» o «Gracias, amiga, por tu inestimable ayuda». 

Podríamos seguir con más ejemplos, pero, seguramente, con estos haya quedado más claro qué es un vocativo y lo más importante que las comas son obligatorias. ¡No te olvides de ellas, lector! 

 

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